PLENITUD EN EL DÍA DE LA VÍA VERDE

Publicada: el 18 de Septiembre del 2012

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El pasado día 16 de Septiembre, y gracias al esfuerzo y compromiso de muchísimas personas, se celebró, con gran éxito de asistencia, el día de la vía verde.

Las personas que allí nos congregamos, pudimos elegir entre hacer el camino andando o en bicicleta. Yo elegí caminar.

Hace ya un tiempo tomé una decisión, vivir plenamente y obtener el máximo de todas y cada una de las experiencias que la vida me regala, sean cuales sean y del tipo que sean. Como os digo, elegí caminar y hacerlo, además, de manera consciente.

La naturaleza, como no podía ser de otra manera, nos acompañó a lo largo de todo el día y tras el fresquito de la mañana y antes de empezar la marcha se abrió ante nosotros un sol radiante y agradable que nos calentó desde el principio. Encontramos un camino perfectamente acondicionado y señalado para la marcha. Imaginé cuántas personas trabajaron en que todo estuviera perfecto y expresé mi gratitud por ello.

Al poco tiempo de empezar atravesamos un pequeño túnel horadado en la roca y más tarde un viaducto. Uno de mis acompañantes, al que admiro profundamente por sus conocimientos, me hizo caer en la cuenta de que tanto el hueco perforado en la roca como el viaducto, fueron realizados hace mucho, mucho tiempo, sin ningún tipo de maquinaria moderna. Obras humanas preciosas y perfectas que permanecen imperturbables al pasar de los años.

Más adelante y hacia la mitad del camino, dejamos atrás una ermita y una longeva encina que escondía algún que otro secreto.

Fue muy enriquecedor poder evocar los tiempos en los que existía el tren que hacía el trayecto Estella - Vitoria. Incorporé a mi vida experiencias vividas por personas muy cercanas y que yo desconocía. Largos y congelados trayectos en tren para cubrir unos pocos kilómetros con tal de poder encajar un beso a la mujer amada y volver a Vitoria para seguir estudiando. Veranos en los que el tren te conducía a un río en el  que estaba  permitido coger cangrejos para después merendar con amigos y amigas. Recordé finalmente mi maravillosa infancia en la que la estación de tren abandonada fue, en muchas ocasiones, un apasionante espacio de juegos.

La llegada fue bien bonita ya que ambas marchas se hicieron coincidir en tiempo y lugar. Familiares y amigos alegres y sonrientes, mayores animando a los pequeños en su llegada. Colores, voces y música. A continuación, la profesionalidad, amabilidad y generosidad de la organización, de los habitantes de Zúñiga y reconciliante orden y respeto por parte de las personas participantes. Por último y para finalizar la jornada, un delicioso almuerzo.
 
Básicamente este fue el contenido sobre el que versó el taller sobre bienestar y felicidad con el que como centro colaboramos y celebramos al finalizar el día: Atención plena, actitud interior, emociones positivas y cultivo de nuestras virtudes y fortalezas.

Siempre gracias.
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