UNA MIRADA FESTIVA A NUESTRAS EMOCIONES

Publicada: el 31 de Julio del 2013

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Tras el cohete anunciador de las fiestas patronales y como si de un mecanismo automático se tratara, nuestra ciudad se transforma y se nos muestra completamente diferente. Suena, huele, sabe, se ve y se toca distinta.

De la misma manera  e independientemente de que nuestro nivel de conexión con la fiesta sea más o menos intenso, nuestro estado emocional también se ve modificado y lo hace, fundamentalmente, por contagio. Gracias a las neuronas espejo y a la amígdala de nuestro cerebro, responsables de este mágico efecto, los seres humanos somos capaces de contagiar nuestras emociones a todas las personas que nos rodean.

Hablando en términos generales, es muy probable que una realidad impregnada de música, distensión, colorido, flexibilidad de horarios, pequeños placeres y buena compañía, algo muy propio de nuestras fiestas, despierte en nosotros/as un conjunto de emociones vinculadas a sensaciones agradables y de bienestar. Un estado emocional intensificado en estos días y del que iremos contagiándonos en los diferentes espacios de relación en los que nos movamos.

Experimentar emociones como la alegría, la diversión, el gozo y la fruición, por ejemplo, no sólo cumple con la importante función de desencadenar sensaciones transitorias agradables directamente vinculadas a la fiesta, sino que cumple también con una importante función adaptativa en el largo plazo.

Desde un punto de vista social, a nadie se le escapa la percepción de cómo en estos días, el número y tipo de interacciones que establecemos con los y las demás, difiere bastante de las habituales.

Novedosas y espontáneas conductas como unirnos a la mesa de un grupo de personas con las que nunca habíamos compartido un plato, establecer una conversación cordial con una persona desconocida y descubrir un nuevo ser que comparte o no, nuestra visión de la vida, buscar pareja libre para el baile de la Era, unirnos a la cuadrilla de los padres de una amiga para la bajadica, compartir el bocata en los toros, invitar a una ronda a esa persona que te ha sonreído y te ha deseado de todo corazón que vivas unas felices fiestas??y es que, cuando nos encontramos en clave positiva, surge en nosotros/as una tendencia a aproximarnos más y mejor a los/las demás, creamos vínculos más duraderos, establecemos nuevas relaciones, aumentamos el valor afectivo de las interacciones y nos convertimos en seres más cooperativos y filantrópicos.

Hoy sabemos que experimentar este tipo de emociones amplía nuestro repertorio de pensamiento y acción y ello nos facilita atesorar nuevos recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales imprescindibles para afrontar más adaptativamente el futuro.

Las fiestas nos brindan una maravillosa oportunidad para potenciar nuestras emociones positivas viviendo plenamente cada momento y permitiéndonos crear una espiral ascendente hacia mayores niveles de bienestar.

De todo corazón, felices fiestas.
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